Papá, ¡te compro una hora de tu tiempo!


   Si me lo permiten…

  No es de extrañar que en la sociedad actual, en el marco que encierra prisas por y para todo, impaciencia perpetua, otorgar valor a lo meramente superficial y efímero, además de un sinfín de múltiples actuaciones humanas merecedoras de reflexión, hayamos dado un paso hacia el arriesgado abismo de la necesidad de consumo, el cual, únicamente nosotros mismos hemos generado.

  Pero, ¿de qué forma interfiere en el desarrollo infantil todo este entramado del despropósito de la posesión por la posesión sin fundamento férreo y de la fiebre por atender a prioridades que no guardan relación alguna con las necesidades de nuestros retoños? Más

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Mamá, ¿quién es el responsable de mi mala educación?


Aguarda...

   Si me lo permiten…

   Series de televisión, programas de tertulia, de corazón, telenovelas, telediarios, e incluso dibujos animados indecorosos.

  ¿Nos hemos detenido un instante a evaluar el contenido educativo que esconde este tipo de emisiones? Lo penoso del asunto, es que estos desechos televisivos gocen de total impunidad llegando a ocupar, para mayor escarnio, gran parte del horario infantil. Los  usuarios no denunciamos a las cadenas, ni siquiera cambiamos de canal o apagamos el televisor puesto que entretiene y distrae a nuestros hijos, de tal modo, que no demandan nuestra atención y nos dejan tranquilos por un buen rato, ¡qué cómodo y sencillo resulta! ¿Verdad?

  Por lo que un servidor ha podido comprobar en la escuela, un elevado número de alumnos permanece asiduo durante largas temporadas a series televisivas que albergan personajes ficticios, de mal gusto, y vacíos tanto de principios como de valores éticos y cívicos, los cuales, deberían ser  propios del asentamiento de pilares fundamentales que nutren su desarrollo psicosocial. Más